La identidad que trasciende


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Víctor Hidalgo

Afiliat i col·laborador de Vox


Publicat: el 24/maig
Opinió
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Desde nuestra pequeñez lanzamos una mirada al mundo moderno y nos sentimos hundidos en un pozo de angustia. Vemos como nuestra identidad y nación se desmoronan a tiempo real cuál imperio romano de Occidente. Sufrimos un reemplazo demográfico, la subversión de la clase media y una degeneración de virtudes y valores que nos recuerdan a momentos parecidos a lo largo de la historia que nos evocan a inspirarnos en las gestas de nuestros ancestros.

Por ejemplo, la influencia goda tras los pillajes de los Hunos en las instituciones romanas tardías era imparable, y con ellos su nueva visión del mundo; o en los Sínodos de Rímini y Seleucia (359 d.C.) el porcentaje de obispos arrianos era de alrededor del 70%, especialmente en Oriente y, sin embargo, el arrianismo (una de las mayores herejías del cristianismo) fue aplastada por Constancio II amparado por el concilio de Nicea (concilio en el que se proclamó la divinidad de Cristo con la bofetada de San Nicolás (nuestro Santa Claus) al hereje Arrio.

Cuatrocientos años más tarde, en la batalla de Covadonga, Pelayo y alrededor de 300 valientes lograron una victoria improbable contra un ejército musulmán de aproximadamente 7.000 soldados. Este triunfo épico se convirtió en el símbolo del despertar cristiano en la península, marcando el inicio de la Reconquista y mostrando que, incluso ante la adversidad, la voluntad de un pueblo puede cambiar el curso de la historia.

Hoy, frente a nuestro mundo moderno, nos encontramos en un punto de inflexión similar; del mismo modo que en las etapas finales del Imperio Romano, nuestra identidad y cultura están siendo erosionadas por fuerzas externas e internas, desde un reemplazo cultural acelerado hasta una subversión de las bases que antes mantenían unida a la sociedad. El mismo proceso que presenciaron los romanos tras el paso de los godos por sus instituciones se repite ante nuestros ojos: la decadencia de las virtudes, la degeneración de los valores y la fragmentación social.

Sí; al igual que aquellos héroes nuestros en Covadonga, hoy nosotros nos enfrentamos a un momento decisivo. Si bien las fuerzas que desafían nuestras raíces parecen abrumadoras, no estamos dispuestos a sucumbir. Nuestros referentes nos marcan el camino de resistencia, habiendo sobrevivido ya a los peores años de censura, la gesta será cuesta abajo. La historia nos recuerda que, incluso cuando todo parece perdido, la lucha por la identidad y la fe siempre se abren camino dejando una huella que resuena a través de los siglos y de la que somos herederos.

VÍCTOR HIDALGO és afiliat i col·laborador de Vox



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